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Reflexiones mes de mayo día 9

Día 9º Yo soy la servidora del Señor (Lc 1, 38) Dentro de la austeridad de datos que nos transmiten los Evangelios acerca de lo que María dice de sí misma llama la atención que en dos veces nos dice que ella es "la esclava del Señor". Esta palabra "esclava", tiene por tanto, mucha importancia en el corazón de María respecto de la conciencia de si misma. El esclavo sabe que su persona ha sido invadida por otro; ha sido ocupada robándole sus derechos. Consecuencia de esta expropiación es su conciencia de pertenencia. No se posee a sí mismo sino que es poseído. Su ser estar disponible para la libertad de su amo. Conciencia de dependencia. El esclavo no tiene bienes propios; no dispone de sí mismo; su vida depende del amo. En su alimentación, en su trabajo... Romper esa dependencia es encontrarse solo y sin medios para subsistir. Conciencia de entrega. Su vida es obedecer. Ciegamente. En ello va su vida. Hasta aquí sería el concepto de esclavo forzoso. ¿Podría darse el esclavo voluntario? San Pablo nos presenta a Cristo nos describe a Cristo como el que "se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo" (Filp 2,7). María también opta por ser la esclava del Señor. Libre y voluntariamente. Ello nos da el perfil de la conciencia que tiene María de sí misma. María expropiada. Ha abierto las puertas de su corazón para que Dios la ocupe plenamente. Llena de gracia. Le ha cedido sus derechos. Su afectividad, su tiempo, su cuerpo, todo cedido a su Amo y Señor. Le pertenece. María dependiente. Cuando la expropiación es forzosa se tiene miedo; cuando es voluntaria se tiene confianza. Uno se sabe en buenas manos. No hay miedo al futuro ni temor al presente. El Amo cuidará de ella. Se siente feliz en esa dependencia. María entregada. Su palabra es servir. Su ideal es estar disponible a la voluntad del Amo. Esta forma de vida engendra un tipo de personalidad. Como a Jesús, a quien "Dios lo levantó y le concedió el título que sobrepasa todo título", así también en María "Dios hizo maravillas... y todas las generaciones me recordarán como mujer feliz". Al final de este proceso nos encontramos otra vez con la lógica nueva de Dios: la esclavitud como forma de libertad. Yo soy la servidora del Señor ¿por qué me preguntas mi opinión parece decirle al ángel Gabriel en el momento de la anunciación. Yo soy una servidora y a los servidores el amo no les pide su opinión, simplemente él les manda y ellos obedecen. Yo soy la servidora del Señor; adónde me mande, iré; lo que quiera, lo haré; lo que desee de mí, lo seré. Respuesta grande y comprometida esta que diste, María a Dios. Hoy cuando miramos en perspectiva tu vida, María, solemos pensar: ¡Qué suerte tuviste… Dios te hizo su Madre y desde entonces todas las generaciones te llaman bienaventurada. Eres la mujer más famosa de la historia! Pero antes de este final, aguantaste mucho, sufriste mucho, lloraste mucho… en Belén y en Nazaret, en Egipto y en Jerusalén. De la cuna al Calvario. Todo fue resultado de esas palabras: Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí según tu Palabra.

Dios te salve María… Oración: Santa María, la Servidora, ayúdanos a ponernos al servicio de Dios enteramente, totalmente, plenamente, como hiciste tú, para que haga con nosotros obras grandes en favor de los que le aman. María, sé que estas palabras tuyas, quizá las más importantes que pronunciaste en tu vida, sin obligarme, me invitan a decir lo mismo a Dios.

9º He aquí la esclava del Señor opt

Asamblea General UIGS día 3

El desafío profético es la inculturalidad. El primer día nos identificábamos con la semilla, ayer con la tierra y hoy con la germinación de la semilla. Está germinando en nuestras Congregaciones una vida multicultural. El reto es hacer procesos para vivir la interculturalidad con apertura, diálogo y respeto. Nuestra misión será testimonial cuando este desafío intercultural se acoja.

Reflexiones mes de mayo día 8

Día 8º Dichosa tú que has creído (Lc 1, 45) Unos días después María se puso en camino y fue a toda prisa a la montaña, a un pueblo de Judea; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuando oyó Isabel el saludo de María, la criatura saltó de alegría en su vientre. Llena del Espíritu Santo, dijo Isabel a voz en grito: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre ¿quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá. (Lc 1, 39-45) El Antiguo Testamento viene jalonando de un modo profundo por la fe inmensa de nuestro padre Abrahán y si él es el hombre y el padre de la fe en el Antiguo Testamento, María es la mujer y la madre creyente del Nuevo Testamento que se inaugura con la presencia de Dios entre los hombres. Y es que los secretos de Dios se revelan a los sencillos y en María se realizan cosas grandes, porque ella es pobre y sencilla al mismo tiempo. La fe de María es la fe desde el silencio desconcertador de Dios que la ha llamado y no sabe por qué. Sin embargo María desde su sencillez y humildad acepta y acoge la Palabra de Dios. En medio de la oscuridad que al mismo tiempo es iluminada por una fe ciega, se entrega sin condición al plan de Dios. Con su hágase en la anunciación, asume el camino muchas veces oscuro de la fe. Y desde esta fe vivida en silencio, María ama en mayor plenitud al que dará más tarde a luz: Jesús, el Mesías. María se nos muestra como la mujer dichosa, la feliz porque cree, porque ha puesto toda su confianza en Dios. La vida del creyente es un camino a recorrer. Es senda con dificultades y alicientes. Todo ello nos va descubriendo el valor del camino. Si no hubiera sido por la fe Abrahán no sería el padre de un gran pueblo. Sin la fe, María no hubiera sido la Madre de Dios. Sin la fe de los apóstoles, el Evangelio proclamado por Jesús hubiera quedado entre cuatro paredes de Jerusalén. Si no es por la fe de tantos hombres y mujeres de la historia del hombre, tantos proyectos, tantas ilusiones, tantas esperanzas hubieran quedado sepultadas y no se hubieran realizado. El hombre creyente aprende de María la disponibilidad ciega, la generosidad infinita, el abandono completo a Dios. La fe de la Madre nos enseña que lo más importante es creer y la fe nos irá guiando como seguir a Jesús.

Dios te salve María… ación: Virgen y Madre de los creyentes, tu fe sin límites me alienta y me anima a seguir siendo fiel al Señor, acógeme con tus brazos maternales, alienta mi fe vacilante, para vivir el plan que Dios tiene en mí. Ayuda a todos aquellos que encuentran dificultad e el camino, acuérdate de todos aquellos que no ven las huellas del pescador de Galilea. Se luz en el camino de los que aún vivimos en tiempo de tiniebla y oscuridad. Alienta nuestro valor, anima nuestras ilusiones y cuando en el momento de la caída nos sintamos abandonados, ayúdanos a levantarnos. Amén.

8º Dichosa tú que has creído opt

Asamblea UISG segunda jornada

"Sembradoras de esperanza profética para cuidar la creación". Ayer se les invitaba a ser semilla, hoy a ser tierra. Como mujeres consagradas se les invita a ser profetas de esperanza, poniendo la mirada en nuestra casa común, invitadas a la contemplación de nuestro mundo, al arrepentimiento y a la conversión. Sólo podemos ser sembradoras de esperanza profética para el planeta si estamos arraigadas y sumergidas en la Palabra de Dios, contemplándola como lo hizo Jesús, que estaba profundamente conectado con todo lo que sucedía tal como lo dice su Padre.

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Reflexiones mes de mayo día 7

Día 7º ¿Quién soy yo para que me visite la Madre de mi Señor? (Lc 1, 43) ¿Quién eres María? Si pregunto a tu prima Isabel, ya sé su respuesta: “Es la madre de mi Señor”; si pregunto a las creaturas de la tierra, ellas me responden: “Es la madre de mi Señor”; si pregunto a las creaturas del cielo, me dicen lo mismo: “Es la madre de mi Señor”… Pero si pregunto a ti, María, la respuesta es diferente: “Yo soy la esclava del Señor” La Visitación transparenta el color del servicio. Con unos tonos típicamente femeninos. Acude porque acaba de decir que es la esclava del Señor. Como si el Señor le dijera por dentro, pues empieza a servir a Isabel. Acude gratuitamente, sin que la manden llamar. Toda la importancia está en el saludo. En el detalle. En el servicio a la persona concreta. Es un amor portador de Espíritu, de vida. Produce gran alegría. Las madres son esclavas por amor y madres por dolor, porque donde hay amor no hay trabajo ni dolor. María tu eres madre porque antes te hiciste servicio; tú fuiste señora porque antes fuiste criada. Tú eres grande porque antes te hiciste pequeña… Esta es la ley de tu Hijo “El que quiera ser grande que se haga pequeño, el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado. Esto, tú María lo entendiste muy bien y lo viviste mejor. Para crecer es necesario menguar, para subir hay que bajar, para amar hay que servir. Un poco más adelante el evangelista nos dirá que fue a ayudar a su prima Isabel, con la que estuvo unos tres meses. El evangelio no dice esta vez que volvió presurosa como en el viaje de ida. Se había alejado de Nazaret casi a la carrera. Aquella increíble llamada de Dios la había conmocionado. Era como si de pronto dentro de su casa se hubiera abierto un cráter y ella caminase al borde, presa del vértigo. Y para no precipi­tarse en el abismo se había agarrado a la montaña. Ahora había que volver. Aquellos tres meses de altura habían sido suficientes para aplacar los tumultos interio­res. Ahora había que bajar a la llanura y hacer frente a los problemas propios de una mujer que está a la espera. Con alguna complicación más ¿cómo decírselo a José? Sintió el peso físico de otro ser que buscaba morada en su seno de madre. Adaptó sus ritmos a los de su huésped. Modificó sus costumbres en función de una misión que, no alegraba su vida. Consagró sus días a la gestación de una criatura que no le ahorraría preocupaciones y disgustos. Y como el fruto bendito de su seno era el Verbo de Dios, que se encarnaba para la salvación de la humani­dad, comprendió que había contraído, con todos los hijos de Eva, una deuda de acogida, que pagaría con sus lágrimas. Una mujer ejemplar digna de todo elogio por su disponi­bilidad y entrega a Dios. La que calzó siempre las sandalias de la humildad, supo también descalzarse y caminar sobre las arenas doradas de la orilla de nuestro Dios, para vivir junto a él, desde él y para él.

Dios te salve María… Oración: ¡María Madre de Dios y madre nuestra, enséñanos a aceptar la voluntad de Dios con el espíritu de la Anunciación. Visítanos en nuestras necesidades como visitaste a Isabel. Engéndra­nos a la gracia, como engendraste a Jesús en la carne. Preséntanos a Dios Padre como hijos de Él e hijos tuyos. Haz que dediquemos un tiempo, cada día, a comunicarnos con Dios, para que a ejemplo de tu Hijo Jesús, tengamos como alimento dejar que Dios pueda actuar su providencial plan de salvación sobre cada uno de nosotros! Amén.

7º Quién soy yo para que me visite la Madre de mi Señor opt

Asamblea General UISG 2019

El 6 de mayo comienza el encuentro de la Unión General de Superioras Generales en el hotel Ergife de Roma con el lema: "Sembradoras de esperanza profética". Sal, ve y lleva la buena noticia.Salid hasta los extremos del orbe a ser sembradoras de esperanza. No es fácil sembrar esperanza profética hoy en día, pero sin embargo, como las mujeres que fueron al sepulcro, escucharon el mandato de Jesús: Id y anunciad que estoy vivo. En El nace y renace la esperanza. ¿A quién? A los libres, migrantes, trata... La esperanza nos pide estar presentes con amor y con creatividad.

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Reflexiones mes de mayo día 6

Día 6º La Visitación de María a su prima Santa Isabel. La escena que nos presenta el relato de la Visitación está llena de colorido, de alegría, y de esperanza. El niño salta de alegría... Feliz Tú... mi espíritu se alegra en Dios... Es un encuentro de dos mujeres amigas y primas, ambas en estado de gestación, portadoras una del que se definirá como Voz y la otra del que se definirá como Palabra. ¿Cómo debió ser esta convivencia de meses entre estas dos mujeres para que San Lucas nos la transmitiera con esos colores gozosos. San Lucas recibió la información directamente de María. Fue un encuentro de fe. En María la fe la motiva a la incomodidad del desplazamiento. Cree amando. En Isabel la fe la motiva hospedando. Cree acogiendo. Las dos convergen en el mismo vértice de comunión: Para las dos Jesús es "mi" Señor. Todas las energías de estas dos mujeres están polarizadas por la maternidad al servicio de una causa común: la Voluntad de Dios. Una fe que se comparte. No la viven en el silencio de su intimidad; la dialogan; se comunican sus propias experiencias. Esta comunicación produce unos efectos maravillosos: aumenta la misma fe y se contagia la alegría y la esperanza. Quizás deberíamos recoger esta magnífica lección de estas dos mujeres que comparten la fe en situaciones personales muy difíciles: no olvidemos que el marido de Isabel se había quedado mudo por la falta de fe y el de María había decidido abandonarla. Y ambas no tienen más pruebas que lo que llevan en sus entrañas, algo tan insospechado que no saben quién se lo va a creer. Una fe que se proclama. Que no se calla bajo la excusa de la pequeñez. Ciertamente son sólo dos mujeres y perdidas en la geografía del mundo. Pero dicen públicamente lo que creen. Se convierten en testigos de esperanza para los pequeños del mundo. Así contagian su fe y su alegría a los demás. De generación en generación. Hasta a nosotros. Es el encuentro de dos jóvenes creyentes, unidas por una experiencia entrañable: ambas esperan un hijo. Sólo este hecho nos pone en contacto con algo fundamental en la vida de todo cristianos: la esperanza. Fijémonos en la actitud de Isabel, como modelo de acogida del Señor que llega a su casa por mediación de María. Sus actitudes nos iluminan el cómo hay que permanecer siempre vigilantes a la espera del Señor que nos visita. "¿Quién soy yo...?" Observemos la fuerza tremendamente personalizadora de la pregunta. Dios se encarna, Dios viene para estar en mi casa, en mi corazón. Quien se lo crea, necesariamente se preguntará: ¿Quién soy yo...? "... la Madre de mi Señor." Es una proclamación de fe. Isabel reconoce a Cristo como Señor, lo reconoce como Señor de su vida y a María la reconoce como Madre de Dios. Jesús, como Señor y María aparecen desde el principio indisolublemente, unidos en la confesión de fe la joven creyente. Juntos continuarán toda la vida; hasta el pie de la cruz en que nacerá una nueva maternidad: la eclesial. Así la Iglesia y el Señor, como esposo y esposa en lenguaje paulino estarán siempre unidos. "Lo que te ha dicho el Señor, se cumplirá". Del acto de fe de Isabel, brota el acto de esperanza.

Dios te salve María…

6º La visitación de María a su prima opt

Reflexiones mes de mayo día 5

Día 5º Hágase en mí según tu Palabra (Lc 1, 38) Qué extrañas suenan tus palabras, Madre, en nuestro mundo: “Hágase en mí según tu palabra” María es uno de los nuestros, primera creyente y discípula de su Hijo y a la vez madre de los amigos y discípulos de su Hijo: nosotros. María tenía sus planes humanos como el matrimonio con José y su concepción religiosa como toda joven judía. El hecho de la Anunciación supone una alteración de todos estos planes. Ella no entiende la propuesta del ángel, por eso «se turbó», no vio claro, pidió explicaciones, son palabras que reflejan el estado de un alma desconcertada ante un acontecimiento cuya magnitud sobrepasa los límites de su comprensión. Una pro­puesta de Dios que rompe todos sus planes y que le abre un futuro que nadie ha experi­mentado. Ante el descon­cierto, hágase en mí según tu palabra. Por este sí histórico y trascen­dente, que rebasa los límites de lo estricta­mente personal, invade la historia y hace posible una nueva humanidad. Y se embarcó en la aventura de la sorpresa de Dios, buscar cada día su voluntad. Da prioridad a la voluntad de Dios sobre sus propios proyectos. Por eso aparece en los evangelios como la «oyente atenta» de la Palabra de su Hijo y le da vueltas en su corazón. Sintió el peso físico de otro ser que buscaba morada en su seno de madre. Adaptó sus ritmos a los de su huésped. Modificó sus costumbres en función de una misión que, no alegraba su vida. Consagró sus días a la gestación de una criatura que no le ahorraría preocupaciones y disgustos. Y como el fruto bendito de su seno era el Verbo de Dios, que se encarnaba para la salvación de la humani­dad, comprendió que había contraído, con todos los hijos de Eva, una deuda de acogida, que pagaría con sus lágrimas. Una mujer ejemplar digna de todo elogio por su disponi­bilidad y entrega a Dios. La que calzó siempre las sandalias de la humildad, supo también descalzarse y caminar sobre las arenas doradas de la orilla de nuestro Dios, para vivir junto a Él, desde El y para Él.

Dios te salve María…

Oración: ¡María Madre de Dios y madre nuestra, enséñanos a aceptar la voluntad de Dios con el espíritu de la Anunciación. Visítanos en nuestras necesidades como visitaste a Isabel. Engéndra­nos a la gracia, como engendraste a Jesús en la carne. Preséntanos a Dios Padre como hijos de Él e hijos tuyos. Haz que dediquemos un tiempo, cada día, a comunicarnos con Dios, para que a ejemplo de tu Hijo Jesús, tengamos como alimento dejar que Dios pueda actuar su providencial plan de salvación sobre cada uno de nosotros! Amén.5º Hágase en mí según tu palabra opt

Domingo III después de Pascua

Otra vez San Juan nos presenta la comunidad de Jesús con el símbolo de la "noche". La última vez fue el Jueves Santo, la noche de la traición, de la negación, del abandono. Ahora, continúa siendo "de noche", pero después de la Resurrección. Dos características: están de vuelta, desencantados y se cansan inútilmente; sus esfuerzos no dan ningún resultado. Es posible que esta imagen de la noche refleje muchos estados de ánimo nuestros incluso después de la Pascua. Desánimos, "vuelta" a nuestras situaciones anteriores de rutina y esfuerzo sin sentido; experiencias de fracasos en nuestra vida. En el amanecer las cosas no se ven claras; sin embargo se oyen con claridad. En el claroscuro de la aurora Cristo se hace presente; no se le reconoce por su figura; pero se obedece su palabra. El mensaje que les lanza Jesús podría ser éste: "Continuad lo que estáis haciendo, pero de otra manera". Una comida juntos y un diálogo personal. Jesús les ofrece pan y pescado. Un pan que no habían traído los discípulos y un pescado que tampoco habían pescado ellos. Ha de quedar claro que es una comida que Jesús ofrece gratuitamente. Es Jesús que se da a ellos, sin pedir nada a cambio.

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Reflexiones mes de mayo día 4

Día. 4º ¿Cómo puede ser eso? (Lc 1, 34) Las primeras palabras que conservamos de ti, María en los Evangelios no son trascendentales, ni sublimes, ni grandiosas… aunque sí importantes. Tus primeras palabras son como tú: sencillas, humildes, muy humanas. ¿Cómo puede ser eso? Son palabras que todos pronunciamos con frecuencia ¿Por qué? ¿Cómo puede ser eso? Sin embargo bajo la capa de sencillez, se oculta en estas palabras tuyas un significado importante, profundo, misterioso. Tú, María, en tu casa de Nazaret, has recibido una visita inesperada y sorprendente. Un enviado de Dios se ha presentado ante ti, te ha saludado y te ha dicho hermosas palabras:Llena de gracia… El Señor está contigo… Luego, te ha propuesto ser, nada menos que la Madre de Dios. Y tú no comprendes, no entiendes, no sabes por qué te ha escogido Dios. No eres ica, no tienes estudios, tu familia no es distinguida y careces de poder. Sólo eres una joven judía que vive en un pueblo insignificante y a punto de casarse. ¿Cómo Dios ha podido fijarse en ti? ¿cómo ha podido fijarse en tu persona? Pero hay más, ¿cómo vas a ser madre si no has tenido relaciones con ningún hombre? De ahí tus primeras palabras de sorpresa: ¿Cómo puede ser eso, si no conozco varón? Pero tu pregunta, María, es muy distinta de las nuestras. Tu pregunta no es de duda ante los planes de Dios, sino de sorpresa y perplejidad. Te ves tan pequeña, tan débil, tan incapaz de llevar a término lo que el Señor te propone, que no entiendes y por eso preguntas. Nuestros ¿cómo puede ser eso? al contrario suelen ser de duda, de incredulidad, cuando no de desafío y reto a Dios. Las primeras palabras que conservamos de ti, María son de humanidad y humildad. De humanidad porque son como los interrogantes y problemas con los que nos enfrentamos todos cada día y para los que no tenemos respuesta la mayor parte de las veces. De humildad, porque reconoces que no lo sabes todo, que hay cosas que no alcanzas a entender, pero eso sí, te fías de Dios que sí tiene la respuesta y te pones en sus manos: aquí está la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra.

Dios te salva María…

Oración: Santa María de la humanidad y humildad, mujer de las preguntas sin respuestas, ayúdanos a nosotros, tus hijos, a saber preguntar a Dios por nuestra vida y a confiar en su amor.

4º Cómo puede ser eso opt

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