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Cartas VI
VI
Palma de Mallorca, 1 de marzo de 1889. El P. Fundador exhorta a todas las hermanas a cultivar la caridad, la unión, y da óptimas normas a las Presidentas y a las otras hermanas.
Amadas Hijas en nuestro Señor Jesucristo:
Considerando los esfuerzos que hace el enemigo para impedir que disfrutéis del cúmulo de bienes con que se digna Dios enriquecer a sus esposas en
No olvidéis jamás, amadas hijas, recordad sí en cada momento, que todas sois esposas de aquel Rey de reyes y Señor de señores, que es la alegría del cielo y el objeto de las complacencias del Altísimo. No miréis la miseria humana que os hizo abandonar al mundo en ninguna de vuestras hermanas; mirad solo en ellas el elevado carácter de que están revestidas, y todas os contemplaréis como familiares de la casa de Dios, como compañeras unidas en amoroso consorcio, y ataviadas con el brillantísimo ropaje de esposas de Jesucristo. Así no habrá entre vosotras chismes que os dividan, envidias que os molesten, particularidades que os ofendan, ni discordias que os perturben; todas sois igualmente un reflejo vivo de vuestro Esposo: reflejo de humildad, reflejo de caridad, reflejo de paz y verdadera unión; sí, todas sois una misma cosa con El, todas en El debéis tener un mismo corazón, una misma voluntad. ¿Qué importa si alguna por efecto de su miseria es causa de algún disgusto?. Cubridla con el manto de la caridad, y borrad en seguida el efecto que haya producido en vuestro corazón. Estas son las reliquias del mundo, que cada una debe observar en sí misma para corregirlas, nunca empero en otra hermana sino lo que debe encantaros y uniros a todas, el reflejo vivo de vuestro divino esposo. Esta es la savia con que debe nutrirse vuestro espíritu. Esta es la luz que ha de guiar vuestros pasos, este el criterio que debe dominar en vuestro juicio, y el gozo purísimo que ha de inundar vuestro corazón.
Con semejantes disposiciones, que son la expresión fiel del carácter religioso, fácil os será, muy fácil, unir vuestros corazones, vivir en verdadera paz, y no permitir que por motivo alguno se levante nunca la menor recriminación en ninguna de vosotras, ni mucho menos molestar clandestinamente con chismes, o quejas, la atención de ninguno de los superiores. Este proceder es tan abominable como que mereció la reprobación del mismo Jesucristo cuando dijo: "Quien obra el mal aborrece la luz, porque no sean reprendidas sus obras". S. Juan c.3.
En cada casa hay una depositaria de la autoridad de Dios con su Admonitora, su Asistenta y su Consultora; hay por lo mismo quien tiene el derecho y el deber de impedir y remediar los males, y quien manifestarlos, cuando y a quien corresponda; por cuyo motivo quien sin tener tal incumbencia se ingiere así dentro, como fuera de casa en semejantes cosas, turba la paz, coarta la libertad a los superiores, e incurre en la falta transcendental, que la regla castiga aun con la expulsión del Instituto. En resumen, amadas hijas, todas tenéis el mismo interés, salvar vuestra alma y conservar la vida de la religión, viviendo en ella en paz, y según sus preceptos, para alcanzar bienes tan inestimables. Para la práctica os recomiendo lo siguiente:
Presidenta.
Representa
Hermanas.
Procuren 1º obedecer y callar, 2º tolerar y excusar los defectos de las otras, 3º amar y respetar a Jesucristo en cada hermana, y 4º tener expansión fraternal con todas y confianza filial con los superiores.
Con esto concluyo, amadas Hijas, esperando que en adelante se mirará con horror toda queja o acto que tienda a turbaros, y con la gracia de Dios se obtendrá fácilmente la apetecida unión religiosa, la paz que el mundo no concede, la paz de Jesucristo; a cuyo fin os da en su nombre la bendición vuestro afmo. padre y
Superior,
Sebastián Gili, presbítero
(Rubricado)
Palma, 1 de Marzo de 1889